|
La desconocida historia del doctor Álvarez Cambras
Hedelberto López Blanch
Rodrigo Álvarez Cambras es conocido en
Cuba y en el mundo por sus innumerables aportes a las ciencias médicas
ortopédicas, incluso por el famoso fijador externo de huesos que lleva
sus iniciales, RALCA.
El
doctor Álvarez Cambras en la guerrilla del Congo.
Lo que la gran mayoría desconoce es que este científico cubano
participó como médico guerrillero, a mediados de los años 60, en el
batallón Patricio Lumumba, el segundo frente del Che en el Congo
Brazzaville.
Cuando en 1964 se producen los bombardeos masivos norteamericanos
contra Vietnam del Norte, Álvarez Cambras escribe una carta al
Comandante en Jefe Fidel Castro y al Partido Comunista en Ciudad de La
Habana donde expresa su disposición de ir a esa nación para apoyar al
pueblo vietnamita en su lucha contra el imperialismo.
Su carrera de medicina, que había interrumpido en 1956 cuando el
régimen de Fulgencio Batista cerró la Universidad, la continuó tras el
triunfo de la Revolución y se graduó como ortopédico en 1964. Contaba
con experiencia en esa rama pues desde los primeros años estuvo como
alumno ayudante de esa especialidad en el Hospital Calixto García.
Para cumplir el Servicio Médico Rural, lo ubicaron en el Hospital
Saturnino Lora de Santiago de Cuba, donde lo designaron jefe y
profesor de ortopedia de las hoy en día cinco provincias orientales.
En el Saturnino Lora labora un año, y una mañana recibe la llamada
telefónica del entonces ministro de Salud Pública, José Ramón Machado
Ventura, quien le pedía presentarse en la capital del país. Roberto
Perera, jefe de Relaciones Internacionales de Salud Pública y Torres
Santrayll, responsable de postgrado del Plan Montaña, lo reciben en La
Habana y le comunican que había sido aceptado para cumplir misión en
Vietnam, y le preguntaron si conocía a otros médicos que quisieran
acompañarlo.
Les da los nombres de dos, el cirujano Manuel Jacas Tornés, quien
ya había expresado también por escrito su deseo de ir a Vietnam, y el
clínico Julián Álvarez Blanco que también hacía el servicio médico en
las provincias orientales.
Poco tiempo después, los tres fueron informados, en entrevistas
individuales, que irían a Vietnam, y que posiblemente, por la
situación de guerra en el país, tendrían que lanzarse desde paracaídas
en el Delta del Mekong. Era una forma de conocer hasta qué punto
estaban dispuestos a cumplir la misión.
Se quedan en la capital por unos días durante los que confeccionan
una carta de despedida a sus familiares que se abriría en caso de
fallecimiento, y posteriormente los llevan a Peti 1, un campo de
entrenamiento cercano a Candelaria, Pinar del Río.
"No se me olvida porque cuando llegamos vimos que todos los
compañeros eran de la raza negra, pero negros azules, prietos de
verdad, y nos preguntábamos: ¿nosotros tres blancos, qué hacemos aquí?
Debe haber algún error, pues si hubiera alguno achinado estaríamos de
acuerdo. Regresamos a La Habana y fuimos a ver a Machado Ventura,
quien se rió mucho cuando le expusimos nuestras dudas. Después nos
explicó que la misión sería en un país africano".
"A los pocos días, tuvimos una entrevista con Osmany Cienfuegos,
ministro de la Construcción y responsable de las relaciones exteriores
del Partido y con Manuel Piñeiro, viceministro del Interior. Tras la
conversación nos entregaron una pistola P-38, un reloj Poljot (el mío
estaba roto), una maleta, botas, uniforme, toda la indumentaria de
guerra, menos el fusil".
"Posteriormente, el Comandante en Jefe Fidel Castro nos mandó a
buscar. Almorzamos con él y nos habló de África, de la importancia de
la misión, que íbamos voluntarios pues era una decisión personal.
Preguntó si teníamos pistolas y le dijimos que una P-38. Le dijo a
Piñeiro, que nos acompañaba, ‘no, no, tienes que buscarles una mejor,
¿cómo le vas a dar a unos oficiales médicos una P-38?’ Nos trajeron
una Stich de 20 tiros y Fidel nos las entregó. Todavía la conservo
como un tesoro".
Después de pasar un pequeño entrenamiento, una noche los recogieron
en unos vehículos y los llevaron para el Mariel. Allí se encontraban,
en la escalerilla del barco soviético de pasajeros Félix Dzerzhinsky,
despidiendo a los futuros combatientes: Fidel, Osmany y Piñeiro.
"Cuando subía, con mi maleta en mano y vestido de civil con camisa
de mangas cortas, Fidel se da cuenta de que no llevo reloj y me dice
que cómo un médico va a ir a la guerra sin ese importante medio. Le
respondo que me dieron un Poljot roto y lo dejé en casa.
Inmediatamente se quitó uno de los dos relojes que llevaba, en este
caso un Longina y me lo entregó. Durante toda la guerra en el Congo me
acompañó y después el reloj viajó conmigo a otros países pero hoy lo
guardo como recuerdo y solo lo uso en contadas ocasiones".
LA TRAVESÍA
El 6 de agosto de 1965, del puerto del Mariel, zarpó el barco Félix
Dzerzhinsky rumbo a África con los integrantes de la Columna 2, al
frente de la cual estaba el compañero Jorge Risquet Valdés. El también
denominado Batallón Patricio Lumumba tenía múltiples misiones:
permanecer en Brazzaville, República del Congo, como reserva de la
Columna 1, dirigida por el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara,
que desde hacía tres meses se encontraba en las regiones del antiguo
Congo belga, Zaire, para ayudar al Movimiento de Liberación Nacional a
solicitud de sus dirigentes.
Además, tenía la tarea de prestar ayuda al gobierno progresista del
Congo, amenazado de agresión por el régimen de Leopoldville (hoy
Kinshasa); participar con un grupo de asesores combatientes en el
Segundo Frente guerrillero del MPLA en Cabinda y entrenar columnas de
combatientes angolanos, equiparlos y ayudarlos a emprender la ruta
hacia el interior de Angola, hacia el Primer Frente al norte de
Luanda.
"La travesía duró 16 días. Como los médicos que íbamos éramos
blancos, no había problemas de que nos vieran, pero el grueso de la
tropa era negra y para que no se descubriera la misión por aviones
espías, tuvieron que viajar los primeros días dentro de los
camarotes".
"Se produce un fenómeno muy curioso. En primer lugar, todos los
combatientes estaban recién vacunados contra varias enfermedades
tropicales y segundo, como la comida rusa es fuerte, con olores
penetrantes, los compañeros que iban abajo se pasaban todo el tiempo
mareados y vomitando pues les faltaba aire fresco y respiraban las
emanaciones de la comida. Algunos iban a comer y después vomitaban. El
capitán tenía un gong que lo hacía sonar al lado de un micrófono para
anunciar las horas de las comidas. Algunos vomitaban solo al oír el
gong".
"Entonces le digo a Risquet que es necesario hablar con el capitán
del barco para que no toque más el gong, y este me responde que sea
yo, como médico, el que conversara con el capitán. Lo hice, pero aquel
robusto ruso, no comprendió la situación y argumentó que eso era una
tradición y por lo tanto no se podía violar".
"Un día nos robamos el gong y lo tiramos al mar. El capitán se puso
sumamente furioso y dijo que no daba más comida hasta que no
apareciera el famoso gong, pero este ya descansaba en el fondo del
Atlántico. Posteriormente, uno de nosotros le avisaba a los compañeros
en los camarotes, las horas de ingerir los alimentos".
"Por los días finales de agosto del 65, la nave se aproxima a Punta
Negra, y yo que estaba en la cubierta hago igual que el español
Rodrigo de Triana y grito ¡Tierra! El doctor Jacas, que estaba
acostado, se levanta, sale corriendo y choca con la puerta de hierro
del camarote que era bajita, y cae noqueado. Tuve que darle un punto
pues sangraba mucho por la herida y fue mi primer paciente en este
episodio".
EN EL CONGO BRAZZAVILLE
"De Punta Negra, tomamos un tren que se encontraba parado y sucio
desde hacía un tiempo y la locomotora carecía de luces y viajamos
hacia Brazzaville. El Contingente fue ubicado en varios lugares y yo
caí en el conocido por Yulú, pues allí había estado una de las
haciendas del abate y ex presidente Flaubert Youlou antes de que
Massamba Debat lo derrocara".
"El trabajo era muy variado. Se montaron varios campamentos: el del
kilómetro 17, otro que le llamaban el Bosque, la embajada cubana donde
estaban algunos oficiales y el de Golf".
"Como éramos cuatro médicos, pues ya se había incorporado Rodolfo
Puente Ferro, comenzamos a atender a la población civil y hasta
organizamos la primera vacunación masiva que se hizo en la historia de
África contra la poliomielitis".
"Visité un asilo que atendía una monjita que estaba lleno de niños
con polio. El panorama era desolador. La pobre religiosa no daba
abasto para atender tantas necesidades. Monté un hospitalito y comencé
a operar a muchos de esos niños y a otras personas que acudían con
fracturas".
"En una ocasión, se aparece una tribu entera frente al hospital y
comienzan a danzar con sus arcos y lanzas, y a dar vueltas alrededor
de un palo. Traían a un anciano con barbas blancas para que lo operara
de una cadera fracturada. Allí el promedio de vida es de 35 a 40 años
y vivir tanto tiempo para una persona representa estar bendecida por
su Dios y por tanto son muy respetados".
"La tribu estuvo en ese lugar cerca de 48 horas. Anunciamos la
operación y un enfermero francés que tenía de asistente, me pregunta:
‘¿doctor, por dónde escapamos?, por detrás yo tengo un carro’. Le
pregunto el por qué, y me responde que ‘si ese anciano se muere por lo
menos tenemos que perdernos 10 días’. Por suerte la operación fue un
éxito y la tribu se llevó al viejito de regreso a la selva".
INTENTO DE GOLPE DE ESTADO
"Estando en Brazzaville se produce un intento de golpe de Estado
contra el presidente Massamba Debat (que se encontraba en Madagascar),
encabezado por el regimiento de paracomandos que era el grupo mejor
armado y entrenado, al igual que la gendarmería, por los antiguos
colonizadores franceses.
"Prácticamente logran el golpe. Todo el gobierno estaba a favor del
presidente y muchos se refugian donde se encontraba el contingente
cubano, entre ellos el primer ministro Ambroise Noumazalay. Estos
hablan con Risquet quien decide apoyar al gobierno legítimo en contra
de los complotados, pero sin que ocurriera algún hecho de sangre".
"Risquet decide enviarme, como oficial, hacia la emisora, con la
orden de que los paracomandos no la tomaran, aunque ya algunos
miembros de la Gendarmería (que no se sabía si estaban complotados)
transmitían informaciones confusas. Pone bajo mis órdenes a solo 10
hombres con una tanqueta artillada. Allí se encontraba la Gendarmería
y no los paramilitares. Entré por la fuerza pero sin ninguna
resistencia, y con el personal fiel al presidente Massamba comenzamos
a transmitir noticias a favor del gobierno".
"Como la situación era difícil dentro de la emisora, pues la
gendarmería había enviado a 14 elementos para que relevaran a los diez
anteriores, Risquet me sugiere por teléfono que haga algo para que se
marchen. Entonces sitúo a todos mis hombres en la escalera central y
les digo que rastrillen las armas cada cinco minutos, y otros jueguen
con las granadas de mano. Eso bastó para que los gendarmes se
retiraran antes de la hora del relevo y no enviaran a otros".
"Durante la toma de la emisora, que duró varios días, se produjeron
algunos incidentes. Los gendarmes intentan retomar la emisora y envían
a un oficial al frente de 60 hombres. Puse una barrera a la entrada y
aposté a los hombres con las ametralladoras. Me paré frente a la
barrera y tras una discusión, el oficial me empuja. Rápidamente le doy
con la culata del fusil en el pecho y rastrillo el arma. Mis hombres
tenían estrictas órdenes de no disparar hasta que yo no lo hiciera. La
pequeña escaramuza se resolvió con la retirada de los complotados a su
cuartel".
La situación en el Congo Brazzaville volvió a la normalidad tras el
regreso del presidente Debat al país y la decisión de los alzados de
regresar a sus cuarteles, pues los paracomandos desistieron de tomar
el poder debido al apoyo que el contingente cubano prestó al primer
ministro y presidente en funciones Noumazalay y a la claridad política
y militar que desarrolló Jorge Risquet para frenar a los golpistas.
Numerosas son las anécdotas de este científico que desde 1975
dirige el hospital ortopédico Frank País. Historias de hombres como
Álvarez Cambras, médicos que como militares dieron su aporte
internacionalista en el Congo, Guinea Bissau, Angola o como civiles en
la primera brigada médica en Argelia, saldrán pronto a la luz,
recogidas en un libro en preparación. |