Historias mínimas y el asesinato de un tango

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

Todavía oliendo al Goya a la mejor película extranjera obtenido en febrero de este año, se estrena desde el jueves en el cine Acapulco Historias mínimas, de Carlos Sorín, también premiada en el Festival del Nuevo Cine y en otros eventos internacionales.

Historias mínimas.

A Sorín se le recuerda por aquella fabulosa cinta de mediados de los ochenta titulada La película del rey (León de Plata en Venecia), una historia que permitió apreciar la imaginación de un director en función de suplir las carencias materiales que aquejan al cine de nuestro continente. En 1989 dirigió la notable Ever Smile N. Jersey y luego se esfumó de la pantalla grande hasta el 2002, en que dio a conocer Historias mínimas.

La causa de su desaparición, Sorín la dio a conocer sin remilgos: Tengo una familia, debo mantenerla y el cine no da para eso. Durante años se ha empleado en el cine publicitario, y fue precisamente realizando un corto de esa estirpe, a miles de kilómetros de Buenos Aires, donde le surgió la idea de la película. Filmó en 16 milímetros, trabajó con actores no profesionales provenientes de la Patagonia y reconstruyó el guión a medida que conocía a sus protagonistas. El resultado fue una suerte de road movie que cuenta la historia de tres personajes por disímiles rutas y que en algún momento se entrecruzarán: una mujer muy humilde quien viaja en busca de un aparato eléctrico que ganó en un concurso de la televisión, un anciano escapado de los cuidados de su hijo para ir tras las huellas de su perro y un especialista en técnicas de venta con el propósito de enamorar a la viuda de un antiguo cliente.

Solo un actor profesional aparece en el elenco y es precisamente cuando este se encuentra con los otros personajes que salta alguna que otra nota discordante en los improvisados diálogos. Pero las actuaciones, en sentido general, son de un realismo y una sensibilidad de alto vuelo. Sorín cala hondo no solo en el entorno social de la Patagonia austral, sino también en la humanidad de sus personajes. Por suerte, aquel talento demostrado en La película del rey sigue vigente. Lástima, eso sí, que no tenga más películas.

TANGO ASESINO

También desde ayer jueves tiene lugar el estreno nacional en salas de video de Tango asesino, que trae al veterano Robert Duvall en doble condición de actor-director de una extraña trama acerca de un asesino a sueldo quien viaja a la Argentina en busca de la cabeza de un militar responsable de la muerte de un joven (o de muchos jóvenes). Un veterano killer norteamericano en Argentina que se pone a bailar tangos (con su mujer en la vida real) mientras le llega la hora del pase de cuentas. No imagino cómo tomarán los argentinos este sensible asunto de muertes y desaparecidos durante el oscuro legado de los militares, pero no es arriesgado aventurar al menos el desconcierto. Lo cierto es que a Duvall se le acaba la trama a mitad de la película, opta por un tono documental, ¡ah, el tango y su atractiva mujer en papel de debutante!, y termina la historia a puro truco y dejándonos la certeza de que hizo muy bien en dedicarse a la actuación, porque este pecado de dirigir no hay dios que se lo perdone.

 

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