Cumbres alemanas
PEDRO DE LA HOZ
La
nación invitada de honor, esa Alemania humanista que en la música ha
hecho aportes trascendentales a escala universal, fue la que mostró
su empuje en la gala inaugural de Cubadisco 2003, cita que, como
aseveró su presidente, Ciro Benemelis, viene a confirmar un espacio
para la convivencia y la exaltación de la espiritualidad en medio de
los terribles momentos que vive un mundo acosado por el delirio
imperial. Todo ello sucedió en el teatro Amadeo Roldán el último
domingo, en una gala a la que asistieron los ministros de Relaciones
Exteriores, Felipe Pérez Roque, y de Cultura, Abel Prieto.
Kretzer premiado
por el público cubano.
Justamente un canto que
cobra nueva vigencia por su contenido —"en el día que nos trae la
paz / que la alegría resuene en todo el mundo", reza la estrofa final—,
la Oda por el cumpleaños de la Reina Ana, HMV 74 o Oda a la
paz, de Jorge Federico Handel, abrió el programa y dejó en los
oyentes una prueba de la honda sensibilidad y el refinado sentido
musical con los que la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la
dirección de Enrique Pérez Mesa, y las voces de los coros Exaudi
(María Felicia Pérez), Polifónico de La Habana (Carmen Collado) y
Matanzas (José Antonio Méndez) se sumergieron en la letra y el
espíritu de esta página paradigmática de la escuela barroca
alemana. En la pulcritud el fraseo seguramente influyó la formación
en Weimar de María Felicia y Méndez.
La jornada se completó
con el nuevo encuentro del pianista Marcus Kretzer ante el público
cubano. Los que ya habíamos celebrado el año anterior sus generosas
cualidades musicales, nos sentimos premiados por la posibilidad de
apreciar una versión sumamente cuidada del célebre Concierto no.
5 Emperador, de Beethoven. Kretzer trabajó cada plano sonoro,
cada frase, cada idea musical con la fineza de un orfebre, sin caer en
la tentación del espectáculo. La contención interpretativa de
Kretzer convence en tanto privilegia la nitidez expresiva de la
poética del compositor.
|