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![]() Cruzada para salvar especies ORFILIO PELÁEZ Parece un capricho del destino, pero la riqueza biológica del planeta está distribuida de manera inversa a la económica. Así las regiones tropicales atesoran al menos el triple de especies del reino animal y vegetal que cualquier otra zona geográfica del orbe, incluida la industrializada Europa y Norteamérica.
Sin embargo, y aunque cada año la lista de especies de la flora y la fauna crece con el hallazgo de nuevos ejemplares en correspondencia con las posibilidades del hombre de explorar hoy ecosistemas antaño inalcanzables, como las profundidades del mar, también aumenta el número de las que desaparecen o clasifican dentro de la categoría en peligro de extinción. Las razones son muchas y van desde la tala indiscriminada de los bosques tropicales (un solo metro cuadrado es capaz de albergar decenas de miles de invertebrados), hasta la destrucción del hábitat natural mediante la urbanización de espacios de importancia biológica, la introducción de especies foráneas en perjuicio de las endémicas, el uso masivo de productos químicos tóxicos y la sobreexplotación de los recursos naturales, incluida la pesca. LA HISTORIA DE LOS CHIPOJOS Pese a los esfuerzos rea-lizados en los últimos años por sentar las bases de un futuro y real desarrollo sostenible, la pérdida de la diversidad biológica (leáse la variedad de seres vivos), constituye uno de los problemas ambientales más críticos de nuestro país, junto con el deterioro de los suelos y la contaminación de las aguas. Y si bien la cobertura boscosa creció aproximadamente de un 14 a un 21 por ciento entre 1959 y el 2000, la vegetación natural se redujo de manera notable al sustituirse plantas autóctonas por otras foráneas, entre las que figuran la pomarrosa, eucalipto y casuarina. Ello incide en la amenaza de extinción de especies endémicas, las cuales no se adaptan fácilmente a los cambios introducidos en sus condiciones habituales de vida. En 1993, un grupo de estudiantes de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, comenzó a trabajar en el estudio de aquellos ecosistemas del país con mayor grado de conservación de su flora y su fauna endémicas, con el propósito de utilizar esos conocimientos en la proyección de una futura estrategia dirigida a intentar salvar buena parte de la biodiversidad nacional. Según refiere el hoy investigador Ariel Ruíz Urquiola se realizaron diferentes expediciones a la Cordillera de Guaniguanico, Península de Guanahacabibes y Ciénaga de Zapata, en el occidente del país, macizo de Guamuhaya en el centro, y al grupo Nipe-Sagüa-Baracoa, en la zona oriental, este último uno de los de mayor riqueza debido a su gran variedad de especies. En busca de un indicador biológico del buen estado de conservación de aquellos reductos boscosos naturales poco modificados por el hombre, explica, encontramos varios tipos de camaleones endémicos del archipiélago cubano pertenecientes al género Chamaeleolis, algunos de los cuales fueron reportados por primera vez en el país. Para Ariel los estudios acerca de la biología de estos raros lagartos, incluido su completo ciclo reproductivo y otros elementos relacionados con su alimentación y hábitos de conducta, fueron decisivos en el diseño de futuras estrategias de manejo y conservación en áreas naturales pilotos. Entre las características inusuales encontradas en dichos animales se destacan la presencia de un tercer ojo funcional denominado pineal, (permite regular el reloj biológico de los animales y por tanto "distinguir" el día y la noche), la existencia de muelas y otros dientes especializados, y la puesta en tiempos diferentes de huevos capaces de crecer durante el desarrollo embrionario (tres veces el volumen inicial y hasta siete veces el peso). Tanto se apasionó Ariel con los chipojos, que en su propio cuarto creó las condiciones necesarias para lograr de manera exitosa la reproducción en cautiverio de varias decenas de individuos. TECNOLOGÍA AVANZADA Y BIODIVERSIDAD La experiencia de los camaleones sirvió de punto de partida para el nacimiento del proyecto científico: Problemática de la fragmentación y contracción de los bosques y las poblaciones de vertebrados silvestres. Posible solución al agravante peligro de extinción de un grupo de saurios endémicos del Archipiélago cubano, el cual es dirigido por la doctora María Elena Ibarra, profesora Titular y Emérita de la Universidad de La Habana y forma parte del Programa Nacional Los Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente Cubano, impulsado por el CITMA. Dentro de sus principales líneas de trabajo sobresale el capítulo denominado Pepe (Protectora de Especies en Peligro de Extinción), que apoyado en el uso de los más avanzados adelantos de la biotecnología y la biología molecular y celular, representa una experiencia de nuevo tipo en el mundo subdesarrollado. Las instalaciones de este verdadero santuario de conservación ocuparán un área de 3,5 hectáreas dentro de la comunidad Las Terrazas, en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, Pinar del Río, y junto con los diferentes laboratorios, dispondrá de varios módulos ecológicos destinados a la investigación básica en los campos de la genética poblacional, ecología y sistemática molecular y la reproducción en condiciones de semicautiverio de especies en peligro de extinción y otras afines de las regiones montañosas. También tendrá un área especializada en la enseñanza de pregrado, postgrado, y educación ambiental, además de una estación piloto donde se probarán las estrategias científicas de conservación y restauración ecológica. Junto a la Facultad de Biología, el Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana y el Jardín Botánico Nacional, también participan en el proyecto la Estación Ecológica Sierra del Rosario, Jardín Botánico de Pinar del Río, Instituto de Ecología y Sistemática, Centro Internacional de Restauración Neurológica, Instituto de Ingeniería Genética y Biotecnología, y el Complejo Turístico Las Terrazas. Sin duda, un loable esfuerzo
multidisciplinario por tratar de preservar la diversidad biológica de la
Mayor de las Antillas, la más rica de la región del Caribe, y legar a
las futuras generaciones de cubanos el privilegio de poder disfrutar de la
compañía de sus más singulares ejemplares. |
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