NACIONALES

Los desaparecidos del 19 de mayo


PEDRO A. GARCIA

Hay distintas formas de conmemorar una efeméride, sobre todo si se trata de la caída en combate de José Martí, el Héroe Nacional y Apóstol de la independencia. En 1958, la tiranía batistiana halló una muy peculiar: el asesinato y la desaparición de jóvenes. Comenzaron temprano, casi al filo de la medianoche del 18 de mayo. Según versión del Buró de Prensa y Radio de la Policía, que publicara el vespertino Prensa Libre, Jesús de la Cruz Zumaguero Gómez "fue muerto a tiros cuando fue sorprendido en la esquina de las calles 118 y 51, Marianao, colocando una potente bomba".

A Oscar Lucero (Central Julio A. Mella, 30 de abril de 1928) le llaman el Héroe del silencio.

El atestado aseguraba que tenía 34 años y era residente de Martí y Virtudes, Santa Clara. Presentaba numerosas heridas de bala en el tórax y la región superciliar, una de estas últimas con todas las características de un tiro de gracia.

Al cadáver de Zumaguero lo llevaron al necrocomio: a otros, asesinados ese día, simplemente los desaparecieron.

UN ORGANIZADOR EXCEPCIONAL

Sobre Omar Sánchez circulaba por todo el país, desde finales de 1957, un documento con su foto que reclamaba su detención. La policía llegó a conocer otro nombre de guerra suyo: Noel González. Pero nunca lo identificó con Narciso García y Héctor Montejo. Y todos ellos eran una misma persona: Oscar Lucero.

Gregorio Arlés Mañalich nació en un humilde hogar de Melena del Sur, el 9 de mayo de 1934.

Renán Ricardo, su amigo, compañero de lucha y más importante biógrafo, suele evocarlo como un "carácter taciturno, tranquilo". De grandes ojos claros y pronta sonrisa "que siempre tuviera hasta en las situaciones más adversas; sin embargo, mantenía ese gesto retraído, su forma de mirar profunda, pensativa, y el hablar pausado, como si midiera el alcance de cada palabra que fuera a pronunciar".

Desde el mismo 10 de marzo de 1952 abrazó la causa revolucionaria. Se incorporó a los planes insurreccionales de Frank País y fue uno de sus más eficaces colaboradores en la estructuración del M-26-7 en Oriente.

Frank País lo designó coordinador en Holguín para restructurar el M-26-7 allí. La labor de organizar el trabajo revolucionario la simultaneó con el plan de ajusticiar al asesino coronel Cowley, jefe militar de la región, el cual se llevó exitosamente a cabo el 23 de noviembre de 1957.

Lucero pasó a trabajar con los grupos de Acción en la capital. Con otros compañeros del Movimiento planeó y llevó a cabo el secuestro del famoso corredor de autos Fangio. Posteriormente, en la Huelga del 9 de Abril, compartió con Marcelo Salado la responsabilidad de la jefatura provincial de Acción.

Tras el fracaso de la Huelga, mientras esperaba órdenes de la Dirección del M-26-7 en su refugio, un apartamento en Paseo y 13, en el Vedado, cuatro policías irrumpieron en la casa. Un traidor, el infame teniente Lima, lo reconoció. Durante 20 días resistió interrogatorios y torturas que lo transformaron en un despojo sanguinolento.

Todavía tuvo fuerzas para escribir en la pared con un objeto romo, tal vez usando de tinta su propia sangre: "18 de mayo. Aún vivo. Oscar Lucero." Sus restos nunca aparecieron.

EL MORITO

A Alberto Rodríguez Sarría también lo desaparecieron. Como solía decir Dolores Nieves (Loly para sus compañeros de la clandestinidad y sus alumnos), "se había perdido en la noche y en la niebla. Nadie supo cómo fueron sus últimos instantes, pero el hecho de que ningún compañero fuera detenido después, habla de la entereza con que enfrentó a sus verdugos".

En el Lawton proletario y humilde pasó Alberto Rodríguez Sarría su infancia y juventud.

Pasó su infancia y juventud en Lawton. Inició los estudios primarios en la misma escuela en donde estudiara Camilo Cienfuegos: nunca los completó porque desde niño tuvo que empezar a trabajar.

Se incorporó al M-26-7 casi desde su fundación, mediante Gerardo Abreu (Fontán), cuando este decidió organizar una brigada en Lawton. Loly recordaba al Morito, como cariñosamente le llamaban, "pausado, sereno con su tez oscura y sus facciones finísimas, con su don de autoridad que imponía respeto y al mismo tiempo, se ganaba el cariño de sus compañeros".

En todas las acciones iba siempre al frente. Tuvo una activa participación en la Huelga del 9 de Abril y a partir de entonces, los aparatos represivos le buscaban afanosamente. Fue a refugiarse a un cuarto en la calle Virtudes, que supuestamente solo conocían él y Arlés Mañalich. Hay quien asegura haberlo visto por Lawton el 19 de mayo de 1958. Nunca más se supo de él.

LE LLAMABAN ALEX

A Gregorio Arlés Mañalich lo hallaron en un parque de Marianao. Una escueta nota en los diarios sobre un cadáver aparecido, que daba su descripción con tanta exactitud, alarmó a sus compañeros. En un principio la policía alegaba no haberlo identificado. Al necrocomio de La Lisa fue el padre a reclamar sus restos.

De origen campesino, Arlés trabajó en la siembra, limpia y el corte de caña. "No le pagaban con dinero, sino que le daban un vale -testimonió hace años la madre. Muchas veces sus hermanos comieron de lo que podíamos conseguir en la bodega con el vale".

Estuvo entre los primeros que junto con René O. Reiné y Héctor Ravelo organizaron el M-26-7 en Melena del Sur. Por sus actividades fue apresado en más de una ocasión. Sufrió prisión en el Castillo del Príncipe y de allí escapó en una fuga de leyenda. Pasó a ser el Alex en la clandestinidad.

Participó activamente en la Huelga del 9 de Abril y así lo recuerdan sus compañeros: alto y corpulento, recorriendo la calle Muralla para exigir de los propietarios el cierre de los establecimientos.

Solo se sabe que fue apresado el 19 de mayo, tal vez junto con el Morito, en el cuarto que ambos compartían en la calle Virtudes. Y que no les arrancaron ni una palabra.


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